Su pertenencia a la celebérrima serie de los Beatos de Liébana y su peculiar formato hacen de él las delicias de todo buen coleccionista.
Roma, Biblioteca dell’ Accademia Nazionale dei Lincei e Corsiniana. Sign. Cors. 369 (40 E.6).
342 páginas en pergamino de 167 x 97 mm. Escritura carolina con algún elemento gótico e indudables reminiscencias visigóticas. Conserva diez miniaturas de inusitada belleza.
Códice de excepcional rareza y tamaño procedente del monasterio de Sahagún, en León. En 1723 pasó a manos del cardenal Corsini.
Su inusual y pequeño formato encierra con más gracia, si cabe, todo el embrujo de los Beatos.
Galería
La editorial SILOÉ lleva ya más de una década dedicada al apasionante mundo de las ediciones facsimilares. En este período hemos rescatado, para la contemplación y disfrute de aficionados, profesionales e instituciones, documentos y códices de gran valor, preñados –como suele decirse– de arte e historia, que permanecían en una especie de limbo al que muy pocos tenían acceso. Por no hablar de otras piezas, como el célebre Atlas de las Costas de España de Pedro Texeira, conservado en la Biblioteca Nacional de Austria, que durante trescientos largos años y hasta hace muy poco se daba por perdido, y que rescatamos de ese olvido reproduciéndolo y dándolo a conocer con gran éxito.
Tanto este Atlas como prácticamente todas nuestras obras han sido galardonadas por el Ministerio de Cultura con su prestigioso Premio Nacional al Libro Mejor Editado en España, en la modalidad de facsímiles.
En esta ya considerable trayectoria, entre muchos libros maravillosos, y por no hacer mención más que de algunos, hemos editado el Bestiario de Don Juan de Austria, único bestiario en español que existe en el mundo, conservado en la importante Biblioteca del Monasterio de La Vid (Burgos); el Libro de los Caballeros de Santiago, considerado como el armorial ecuestre más antiguo de Europa; una copia –con coloreado a mano de época- del admirable Liber Chronicarum, el incunable de los incunables; o el ejemplar más antiguo que existe de toda la célebre serie de los Beatos de Liébana, cuyo original conserva la Biblioteca Nacional de España.
Esto nos lleva casi obligadamente a hablar del Beato de la Biblioteca Corsiniana, otra de esas singulares piezas del apasionante y misterioso mundo de los Beatos de Liébana en la que actualmente estamos trabajando. El pasado 20 de mayo1 los responsables de la editorial nos trasladamos a Roma para cotejar las primeras pruebas de la edición facsimilar de este peculiar Beato que, a pesar de hallarse desde hace ya unos tres siglos en la capital italiana, delata su origen castellano-leonés por los cuatro costados. De hecho, y aunque podríamos decir que el fascinante arte de los Beatos es, en general, una de las manifestaciones artísticas más características y sublimes de la historia de España, afinando un poco más se puede igualmente afirmar que es, sobre todo, en Castilla y León en donde este arte prende con más fuerza y expresa toda su portentosa potencialidad expresiva.
El caso de este Beato Corsini sería una prueba más de todo ello. Es un ejemplar de características muy peculiares que le diferencian radicalmente de todos los que hoy día se conservan. Para empezar, tiene un tamaño mucho más reducido que el resto, prácticamente comparable al de un Libro de Horas. Y, curiosamente, este inusual formato va a imprimir un carácter realmente especial a su escritura y miniaturas. Su texto recogerá plenamente ese núcleo de todos los Beatos que son los comentarios del monje de Liébana al Apocalipsis de San Juan. Lo hace además con una letra en parte visigótica, en parte carolina con elementos góticos, pero muy cuidada, de gran esmero y belleza que le permite, a pesar de lo reducido del tamaño, recrear todo el contenido. Las imágenes no abundan, pues sufrió varias mutilaciones que le despojaron de gran parte de ellas, pero las ocho que actualmente conserva son suficientes para hacer de él una pieza esencial para mejor rastrear y conocer la difusión y evolución artística de tan importante serie de códices.
Iconográficamente hablando hallamos en él ciertos vestigios mozárabes, tan propios de los Beatos que, no obstante, encuentran aquí alguna de sus más notables expresiones. Si bien es cierto que, como en ese otro hermoso ejemplar del Burgo de Osma con el que entronca decididamente, ya se anuncia el Románico. Todavía hoy son muchos los misterios que rodean a su autor, destinatario y fecha exacta de ejecución, aunque su adscripción al importante monasterio de Sahagún se da casi por segura. Al parecer perteneció al Conde Duque de Olivares que, en tiempos de Felipe IV, requisó cantidad de preciosos códices a iglesias y monasterios. Posteriormente lo debió de adquirir el Cardenal Acquaviva que, con ocasión de la coronación de Felipe V en 1701, se encontraba en España como nuncio apostólico de Su Santidad. Finalmente, a la muerte del Cardenal Acquaviva, en 1723, pasaría al Cardenal Corsini.
El Cardenal Corsini nos lleva casi de la mano a dar una breve pincelada sobre L’Accademia Nazionale dei Lincei e Corsiniana en cuya importante biblioteca descansa nuestro valioso códice. La Accademia dei Lincei, fundada en 1603, fue la primera academia de ciencias de Italia y, podríamos decir, también, sede de la incipiente revolución científica que se avecinaba. Por su elocuencia vale la pena mencionar aquí el primer lema del fundador de la Accademia, Federico Cesi, pues constituye al mismo tiempo toda una declaración de intenciones aún vigente: Minima cura si maxima vis, “cuida hasta lo mínimo si quieres lo máximo”.
Galileo fue destacado miembro de la Accademia casi desde su fundación. Consideraba todo un honor pertenecer a ella. A partir de su ingreso firmaría como Galileo Galilei Linceo. La Accademia publicaría sus obras y le apoyaría en sus duras controversias con la Iglesia Católica Romana. Fueron también los académicos quienes trabajaron intensamente, a lo largo de varios años, en la publicación del ingente material y de la magna obra del gran médico, ornitólogo y botánico español, el toledano Francisco Hernández, en su aventura científica por tierras mexicanas.
Tras vicisitudes varias, en el siglo XIX se reactiva la Accademia, que recupera y agranda su antiguo esplendor y asienta su sede en el Palacio Corsini, albergando en él una riquísima biblioteca, con documentos y manuscritos del máximo interés.
El Palacio Corsini, en el Trastévere romano, es un soberbio palacio del Barroco tardío, que fue incluso residencia de la reina Cristina de Suecia, tras su conversión al catolicismo y su renuncia al trono. En 1736, el Cardenal Corsini, de la célebre familia florentina de los Corsini y sobrino de Clemente XII, adquiere el Palacio y lo reconstruye, dotándole de su actual aspecto. Además de la Accademia dei Lincei, el Palacio también cobija la Galería Corsini, que forma parte del Museo Nacional de Arte Antiguo y que posee cuadros tan esplendorosos como el San Juan Bautista de Caravaggio o el de Venus y Adonis de José Ribera, entre otros muchos. Los jardines del Palacio son parte también del Jardín Botánico de la Universidad de Roma La Sapienza.
Es decir, que podemos afirmar, con rotundidad, que es uno de los “monumentos” de la ciencia y de la cultura italiana el que da actualmente cobijo a nuestro afamado Beato Corsini. Por todo lo dicho se comprenderá más fácilmente la honda satisfacción que nos invade cuando nos metemos en harina y acometemos la edición facsimilar de algo tan importante y tan de la tierra como es esta joya de nuestro pasado histórico: EL BEATO CORSINI.